PROSPECTIVA DE LA EDUCACIÓN EN MÉXICO

María Antonieta Soler nos habla en su artículo sobre las repercusiones, buenas y malas, aunque señala más malas que buenas, de la globalización, y cómo la educación se convierte en elemento esencial para enfrentar estos impactos y,  puntualiza “para dar cohesión y evitar la exclusión”.
Se entiende que la “globalización” es un proceso de unificación de normas y criterios a nivel mundial, basados en la asimilación de prácticas culturales y económicas por encima de la identidad étnica, nacional o regional. En este sentido, es lógico que afecte a todas las naciones en mayor o menor medida y de una forma positiva o negativa.
Este impacto que pasa por alto las identidades, influye en todos los sectores: cultural, social, político, económico, tecnológico, científico y por supuesto educativo. Vemos como se ha convertido en algo normal y cotidiano que los alumnos utilicen un teléfono móvil o tengan el acceso al internet, así como la transmisión televisiva por cable o algún otro medio, de donde aceptan con relativa facilidad las costumbres y algunas otras prácticas culturales de otros países.
La educación, dice Soler, es un medio para lograr avances científicos y tecnológicos que nos permitan aminorar los efectos negativos de la globalización, así como mantener la cohesión en la identidad y la inclusión de todos los grupos.
Los cambios tecnológicos y económicos producto de la globalización se presentan con tanta rapidez y en periodos tan cortos que sería imposible para cualquier nación cambiar los programas de educación de todos los niveles.
Es aquí donde toma importancia la actualización constante de los docentes de todos los niveles, pues es su responsabilidad estar al día con las innovaciones científicas y tecnológicas que acontecen en el mundo y que desgraciadamente se tardan en aparecer como contenido programados en el currículo.
Además, la educación a la que hace alusión Soler debe ser integral, en donde participen todos los sectores de la sociedad: Estado, familia, docentes, alumnos e iniciativa privada. ¿Qué si debe permanecer la competitividad? Por supuesto que sí, estamos a un “pasito” de alcanzar la cobertura total en la escuela básica; ahora hay que dar el giro a la calidad, la equidad y la competitividad en la educación.
Debemos pues invertirle a la educación, a la investigación y al desarrollo tecnológico aplicado a los tres grandes sectores: el  productivo, el de consumo y el de servicios; encontrar esa vinculación entre la iniciativa privada y el sector educativo para dejar de importar ciencia y tecnología produciendo la propia y aumentar el intercambio internacional para crear y adaptar lo que más nos convenga sin perder la identidad como mexicanos.
Martín Heriberto del Río Castrellón